Hoy es un día decisivo. Tenemos cita para pasar la ITV.
Para mí esta no era una ITV normal, si nó, sin exagerar, la más importante hasta la fecha. Supongo que por ello, no es que las tuviera todas conmigo. Después de tanto tiempo, y tanto trabajo invertido en el proyecto, aquella ITV era más que una Inspección Técnica para mí. Se había convertido, en parte, en un exámen de nuestro trabajo.
Una duda revoloteaba sin cesar en mi cabeza conforme iba aproximándose la hora de la cita, las 19:30. ¿La pasaré?
Sabiendo que una posibilidad era no pasar la ITV, que era una opción; me costaba mentalizarme, porque tenía la certeza que habíamos hecho lo posible para que fuera poco probable.
Tantas veces lo había hablado con gente, y tantas veces había escuchado la frase: “Ahhh…eso es una lotería” o bien “Ahhh…depende de quien te toque”, que pensar que estaba en manos del azar me horrorizaba.
Después de trabajar y con el fin de semana por delante, nada me apetecía más que volver a casa con la pegatina de la ITV pegada en el parabrisas delantero de At The Gates.
Antes de ir cambio el tapón de cierre del vaso de expansión, que quedaba pendiente, y ya ha llegado.

De camino a la ITV, recuerdo disfrutar mucho del corto viaje, por ser la prímera vez que pisaba el asfalto de las carreteras nacionales después de tres años. Las primeras sensaciones fueron bastante buenas, y mi confianza de este modo se fortalecía.
Llegó el momento.

De momento vamos bien, bien en el análisis de gases de escape, las ópticas están bien regladas y todo parece ir bien. Pasamos una tras una las diferentes pruebas a las que se somete un vehículo. En el test de suspensiones el técnico me dice que debería revisar las suspensiones delanteras, esto se empieza a torcer... seguimos con las pruebas hasta que en el foso donde miran si las rótulas tienen juego (entre otras cosas), otra mala notícia, desde el altavoz que tengo a mi altura oigo: "Parece que tiene un poco de holgura la caja de dirección"...mal vamos...
Las dudas empiezan a rondar mi cabeza, cada vez más nervioso no me percato de que un técnico se acerca por la puerta del copiloto, de repente abre la puerta y una mano busca la esquina superior derecha de la luna parabrisas, todas mis dudas se disipan de golpe al comprobar que esa mano sostiene la preciada pegatina que acredita que mi unidad es apta para circular por la vía pública.

Me voy a casa más que contento, sabiendo que hemos pasado la prueba de fuego, que aunque me pese la pasamos con una falta leve: "Holgura en caja de dirección" y una observación: "Revisar suspensión delantera" , dos temas que sin duda me ocuparé.
De momento vamos a celebrarlo en el bar con unas buenas cervezas.
Aquí se cierra una etapa, y se abre otra, ¡empieza el momento de disfrutar!